“Es importante tener un lugar donde llegar, porque se presentan varias dificultades en el camino”.
Paulina de la Fuente Soto es trabajadora independiente. Mamá de dos hijos, llegó a Concepción desde San Gregorio, comuna de Ñiquén, en enero de 2021 tras el diagnóstico de un tipo de cáncer infantil denominado rabdomiosarcoma en su hijo más pequeño: Camilo (7). Actualmente, lleva diez meses de tratamiento, y está por terminar la quimioterapia.
Paulina comenta que la enfermedad de su hijo es una realidad que ella no esperaba y todo sucedió de manera repentina. El 25 de diciembre lo llevó al Hospital de San Carlos porque tenía problemas para orinar. Tres días después ya se encontraban en el Hospital Clínico Regional de Concepción Dr. Guillermo Grant Benavente. “Uno se resiste un poco o espera que sea un tumor benigno, algo que se pueda operar. Es duro porque son muchos cambios los que uno tiene que hacer y hay que saber enfrentar estas cosas con optimismo y cierta confianza, buscar herramientas para poder sobrellevar bien esta situación y también apoyarlo a él”, cuenta.
En un principio, Camilo llegó al área de pediatría del Hospital Regional de Concepción Dr. Guillermo Grant Benavente. Luego de varios exámenes, el 13 de enero detectaron que padecía de rabdomiosarcoma, un cáncer infantil que a veces se puede presentar en el cerebro o en las vías urinarias. Paulina cuenta que no quería que Camilo llegase al área de oncología. En cambio, luego del diagnóstico todo resultó más fácil. “La verdad es que Camilo estaba mucho más complicado en pediatría. Cuando pasó a oncología y empezaron las quimioterapias, la atención fue distinta. En oncología las enfermeras tienen mayor cuidado con el trato hacia los niños y niñas, y a la vez, tienen mucha paciencia”, señala.
Sobre la llegada a la casita, comenta que previo al diagnóstico de Camilo, en el hospital le contaron que existe un hogar de acogida para familias de pacientes oncopediátricos. Sin embargo, luego de conocer los resultados, decidió acercarse y aprovechar la oportunidad, debido a que sabía que el tratamiento sería extenso en tiempo. “Es importante tener un lugar donde llegar, porque se presentan varias dificultades en el camino. Además, se produce un mayor gasto, sobre todo cuando uno es de afuera. Esta casa de acogida a uno le simplifica mucho más la vida dentro de todo el problema que existe”, reflexiona.
En la misma línea, Paulina señala que “la casita es un gran apoyo, aquí uno también encuentra la compañía de las otras mamás que están pasando por lo mismo que uno, entre nosotras nos entendemos y compartimos experiencias respecto a los cuidados que hay que tener con algunas cosas. Uno comete menos errores de los que cometería si no tuviera esta compañía. Además, la señora Sonia es una gran orientadora, las mamás tenemos la posibilidad de preguntarle lo que sea, ella se maneja muy bien en este tema”.
Durante el último tiempo, Camilo y su mamá vienen cada vez menos a Concepción. Al principio las quimioterapias sucedían de manera más seguida e incluso existieron ocasiones en las que el pequeño debió hospitalizarse por varios días. “Cada enfermedad tiene un protocolo distinto, hay veces en que el tratamiento de Camilo dura cinco días, por lo que, durante ese periodo de tiempo, nos quedamos en la casita. Por lo menos una vez al mes pasamos por acá”, finaliza.
Por Carolina Herrera Peña